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April 24, 2012 / ergonomic

Carta al director (en Políticas Sectoriales y TIC en Educación de #UNESCO )

reactable / Sergi Jordà, Günter Geiger, Martin Kaltenbrunner, Marcos Alonso / Music Technology Group

Comentarios al texto “Is technology transforming higher education? Evidence and policy Implications” de Francesc Pedró* [pdf]. (Aquí el debate original**)

En primer lugar, tengo que decir que lamento que Pedró utilice una nomenclatura tan poco apropiada como inmigrantes-nativos. Hoy existen evidencias de sobra que Prensky se equivocó al respecto, pero más se equivocaron (y admito que fui parte de ese grupo, pero hace años soy profundamente escéptico) en adoptar ese concepto. Pero el tiempo ha pasado (el 2001 cuando se acuñó el concepto, está a más de una década de distancia) y las evidencias muestran que esa taxonomía es poco feliz, imprecisa y en alguna medida (sin querer serlo quizá) discriminatoria. Tal como él mismo sugiere en otro apartado del texto “misleading if used as a cliché or stereotype”. (Le sugiero revisar el estudio Digital natives: where is the evidence? Helspera & Eynon, 2009 [pdf] entre otros)

Dicho esto, me parece bienvenida la mirada crítica que nos propone. Pedró pone a viva voz lo que una corriente de investigadores viene sugiriendo hace tiempo: 1) es evidente que el debate de la brecha digital ha de ampliarse a la brecha de las habilidades y prácticas en el contexto digital, 2) muchas de las presunciones sobre la transformación radical de las tecnologías en el aula (léase el propio Prensky, Tapscott, Negroponte, Papert, entre otros) han quedado más en el plano de la retórica que de la evidencia, especialmente cuando se habla de evidencias consistentes y trans-nacionales. La propia OCDE da fe de ello con su prueba PISA.

Por otra parte, me parece que los cuatro dominios que sugiere el autor (institucional, management, research, teaching/learning) son adecuados pero insuficientes, muy en línea con la mirada “moderna” del siglo XX. Es decir, responden a la visión más clásica de la academia que poca relación guarda con los debates en lo que está sumergida la educación actual. Bajo esa visión de los cuatro dominios, no es de extrañarse que las mentes más inquietas tengan que salir de la universidad para llevar a cabo sus sueños (o innovaciones) fuera de ella. Eso sin siquiera hablar de la expansión del aprendizaje formal con el informal y el no-formal.

Que las “computadoras son utilizadas como máquinas de escribir” es una realidad y temo que los resultados que ofrece PISA están en sintonía con esa resistencia al cambio. Pedró nos hace un generoso favor al iluminar el convencionalismo con que se ha adoptado el uso de las tecnologías en el aula (en distintos niveles educativos). Aún queda bastante trecho por recorrer para avanzar hacia un discurso no tan centrado en la instrumentalización de la innovación sino en la cultura de la innovación (resistente a los cambios tecnológicos). Y el tecno-centrismo que se observa en una enorme cantidad de propuestas de e-learning claramente indica que las innovaciones sociales (educativas, de transferencia de conocimiento, de co-construcción del conocimiento, emprendimiento, de aprendizaje permanente, etc.) siguen estando en la lista de las asignaturas pendientes.

Del mismo modo que el MIT comprendió hace tiempo (once años atrás) que su valor no estaba en la transferencia de ‘contenidos’ de sus cursos sino en la experiencia de aprender con otros (ver OCW); sería deseable que los policy makers (así como los decision makers) nos ayudasen a poner menos atención en la renovación de infraestructura y prestasen más energía al cambio de mentalidad que demanda una sociedad de la innovación.

Por último, el discurso pro-competencias del siglo XXI que añade el autor es útil pero insuficiente. Dicha retórica guarda en su cuenta al menos unas tres décadas (ver ‘A Nation at Risk: The Imperative For Educational Reform’, 1983, USA [pdf]) y no nos ayuda a salir del rezago (y hermetismo) que afecta a muchos los sistemas educativos que hoy conocemos.

Celebro el papel que funge Pedró por hacernos reflexionar sobre estos temas (y no deja de sorprenderme el creciente interés de las administraciones públicas por la compra de equipos tecnológicos para la educación) pero tras leer su texto me quedo con demasiadas interrogantes aún sin resolver.

Quizá un buen comienzo sea empezar por aquí: “Visitors and Residents: A new typology for online engagement” (David S. White, Alison Le Cornu, 2011)

[* Francesc Pedro, Chief of Section for Sector Policy Advice and ICT in Education, UNESCO.]

(**) El debate original fue parte del III Foro Internacional Valparaíso 2012 (organizado por la Corporación Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso y de la Fundación Telefónica).

3 Comments

  1. TrendingJobs / Apr 25 2012 1:00 am

    Reblogged this on TrendingJobs.

  2. gold account / Jul 31 2012 5:22 am

    Que las “computadoras son utilizadas como máquinas de escribir” es una realidad y temo que los resultados que ofrece PISA están en sintonía con esa resistencia al cambio. Pedró nos hace un generoso favor al iluminar el convencionalismo con que se ha adoptado el uso de las tecnologías en el aula (en distintos niveles educativos). Aún queda bastante trecho por recorrer para avanzar hacia un discurso no tan centrado en la instrumentalización de la innovación sino en la cultura de la innovación (resistente a los cambios tecnológicos). Y el tecno-centrismo que se observa en una enorme cantidad de propuestas de e-learning claramente indica que las innovaciones sociales (educativas, de transferencia de conocimiento, de co-construcción del conocimiento, emprendimiento, de aprendizaje permanente, etc.) siguen estando en la lista de las asignaturas pendientes.

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